Inspirado en “Vuelva usted mañana” de Larra.
Mi cuñada me había comentado, con el leve susurro de las confidencias, como había dado calabazas a mi hermano. Un día cualquiera, a una hora cualquiera él le entregó su número del teléfono fijo de casa en un papel arrugado. Y sino fuera poco, en medio de la calle y apleno mediodía cuando ella iba a realizar los recados que le había encargado su madre. No se conocían de primeras. Únicamente de vista al vivir en un mismo pueblo. Aunque por número de población, 18.543 habitantes, podría considerarse una ciudad, ya que no deja de ser una cantidad razonable.
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¿ Me llamarás?
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Te llamaré mañana.
Y no le llamó.
Bien es cierto que acabaron juntos, pero ese es otro tema debido a las circunstancias que se presentan en la vida. Azarosa de por sí. Y quizás sólo quizás, si la hermana de mi cuñada no hubiera llamado haciéndose pasar por ella, no estaría contando esta anécdota.
No hace muchos años atrás esta situación sería diferente. Mi hermano habría ido a por ella, sacaría el teléfono móvil de los bolsillos y le pediría el número (hasta darle un toque en el mayor de los casos). ¿ A quién no le ha ocurrido esto? Es una situación violenta sí, pero cuando un joven es testarudo, lo es y mucho. Una vez conseguido el móvil personal de la chica, parece que tienes todo el terreno ganado. O no…
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Te mando un “sms” para quedar, ¿ te parece ?
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Hoy ya tengo cosas que hacer pero te responderé mañana.
Y no le respondería.
La tecnología avanza como la seda. Y avanzaría más, me atrevería a decir, si no fuera porque económicamente a las grandes empresas no les compensa dotar un móvil con todas las características que podrían presentarse en uno, si puede presentarse poco a poco en varios modelos. Claro está.
Sea como fuere, nos presentamos en la era de Internet, dónde las redes sociales son el imperio de la comunicación interpersonal. Y cómo no, el propio móvil juega con esta ventaja al presentar propiamente internet en él. Y a pesar de ser Facebook y Twitterlas redes sociales mas utilizadas en cualquier soporte digital, el preferido para comunicase vía móvil, por comodidad, es la aplicación de WhatsApp.
A día de hoy, por tanto, la situación hubiera sido similar. Sin embargo, lo que hubiera hecho mi hermano sería pedirle el Facebook, el Twitter o puede que el Instagram. Ya que están a la vanguardia del día. Pero no hay nada como un teléfono personal si quieres insistirle a la chica que te gusta.
Los tiempos cambian. Pero un móvil, es un móvil. Con o sin tecnologías de última generación. Sigue siendo el favorito instrumento de contacto entre personas.
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¿Te envío un WhatsApp, y quedamos?
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Sí claro.
Y sí le respondería.
“ Ya te mando un WhatsApp y hablamos si eso”
He aquí, las calabazas del siglo XXI.
Esta circunstancia nace del hecho de que WhatsApp se ha convertido en un modo de vida un tanto calculador. Es decir, la persona que tenga tu número puede observar cuándo fue la última vez que te conectaste a dicha aplicación y si lees o no, los mensajes que te escriben.
Si el procedimiento fuera distinto, la chica no hubiera respondido. Eso seguro. El orgullo se ha convertido en un objetivo fácil para dañar debido a que se necesita coraje para mandar ese mensaje, que si no obtiene respuesta, ese orgullo perdido en primera instancia, se verá reforzado por una perdida de dignidad que poco a poco irá haciendo herida, al observar que ese mensaje no obtiene respuesta.