S.

Ser tu mismo

 

_C287420-Editar       Las alas son para volar

 

 

 Ser tu mismo. Crecer personalmente. Conseguir tus metas. Echar a volar. O en palabras de Ortega y Gasset :“Sólo es posible avanzar cuando se mira  lejos. Solo cabe progresar cuando se piensa en grande”.

 

Cada poco tiempo cambiamos en cierto modo. Recordaremos tiempos atrás y exclamaremos “ eran otros tiempos” y no nos veremos identificados ni con nuestra psicología, ni con nuestros actos y muy rara vez en el propio espejo. ¡ Qué locura hubiera sido si siempre hiciéramos lo mismo y girásemos sobre un ciclo de eterno retorno sin esperar cambios ni resultados diferentes!

 

Sin embargo,  casi siempre, por norma general, se nos escapa el presente. Tan efímero como lo es la vida misma: arriesgada e imprevista. Por eso, a casi todos, por miedo se nos escapan esos pequeños detalles que alimentan el alma por estar atrincherados en nuestras mentes, esas máquinas conectadas a nuestro cuerpo y enchufadas a nuestros horarios, obligaciones, miedos, pérdidas…

Y al final culpamos las circunstancias por lo que son , por el contrario de George Bernard Show, quien defiende que las circunstancias no existen y que “Las personas que triunfan en este mundo son las personas que se levantan y buscan circunstancias que quieren, y si no las encuentran, las crean”.

 

En definitiva, el “tic-tac” del reloj y nuestros pensamientos y miedos más profundos nos alejan de nuestras metas. Y ¡ojo! Meta no siempre es a largo plazo.¿O acaso vivimos ahora para garantizar ser felices dentro de 20 años sin saber que depara nuestro futuro? Cómo bien respondería Lope de Vega :“Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí, mañana tal vez, nos hayamos marchado”.

 

Otro desacierto en el que caemos, como buenos seres humanos que somos, es no querer intentarlo por miedo a cometer los mismos fallos del pasado. Y fue el propio Bill Gates quién aconsejó en más de una conferencia que hay que aprender de ellos para poder alcanzar nuestra ambición más deseada.

 

Voces resuenan en nuestras cabezas. Desilusión. Tristeza. Desazón. “No puedo, no soy capaz, no valgo, nunca me salen las cosas bien, no tengo nada que ofrecer…” Es así como nosotros mismos matamos nuestros sueños al auto engañarnos y creer que podemos limitarnos y encerrarnos al igual que Segismundo en una torre y no aspirar a más que pensar en lo que pudo haber sido.

 

En conclusión, cómo bien refleja Jorge Bucay en su cuento “Las alas son para volar”, para conseguir volar el pájaro le dijo a su madre que no sabía hacerlo y su mamá le respondió:“Hay que empezar asumiendo riesgos. Si uno no quiere, lo mejor quizá sea resignarse y seguir caminando para siempre.”

 

 

Ser tu mismo. Crecer personalmente. Conseguir tus metas. Echar a volar. O en palabras de mi madre “ Más vale un gramo de acción que uno de intención” o bien en palabras de mi abuela, a quién no hay que negarle cierta sabiduría y madurez debido a su largo recorrido, “Vida sólo hay una”.

 

Sí. Definitivamente sí. Las alas son para volar.

A.

Amor-fatal

Hay muchos tipos de amores, pero al fin y al cabo, todos son amor.

 

Las copas están llenas de frambuesas disecadas que flotan envolviendo sugerentemente unas ramas de canela. Al fondo del local un grupo de jazz toca para nosotros. David me observa agradecido y me sonríe. Todo el recinto está lleno, pero un sitio medio a la penumbra está libre. Como siempre, comencé a hablarle de mis problemas con mi novia a mi amigo. Siempre podía contar con él. Sin embargo. No sé en qué momento de la conversación, David explotó y me soltó de pronto:

-He sido violado por mi hermano.

Hay muchos tipos de amores, pero al fin y al cabo, todos son amor.

 

Erin está online, un poco complicado conseguir que estemos conectadas al mismo tiempo en los dos extremos del continente. Cuando en España es por la tarde, en Carolina del Norte es de madrugada.

“Erin estoy sintiendo cosas hacia otra chica, es española. No lo entiendo. Tengo miedo”

“No lo pienses más, ataca. Vida sólo hay una April. En serio, ¿qué pierdes? Nada.”

 

Hay muchos tipos de amores. Amores fatal.

 

Estamos llegando hacia el final del trayecto. Las chicas parece que van a divertirse de fiesta. Me pregunto hace cuanto abandoné aquella sensación de frescura y espontaneidad que vibraba alrededor de ellas. Una burbuja irrumpible. Unas ganas de comerse el mundo indescriptibles.

-Sí pero esta chica es diferente. Esta es agresiva…- les suelto.

-¿Cómo que agresiva?- la media sonrisa había desaparecido de pronto de su rostro. Parecía desconcertada.

-Sí… Pero últimamente se está controlando. Me quiere. Sí. Eso. Me quiere.

Su cuerpo sobre mí. Su mirada, de ojos café, traspasando mi alma. Su sonrisa a la par que su respiración entrecortada me ofrece las puertas del cielo. Soy feliz en ese instante y quiero saborearlo. Después de la discusión parece que llega la calma. La invito al cine. Mi mano busca su mano. Ella la aparta. Siento un pinchazo en el pecho, un mal presentimiento. “¿Qué he hecho mal?” me pregunto una y otra vez entre tanto sigo la velada en silencio, sintiendo esa energía furiosa, los gestos brutos y las malas palabras. Tengo miedo a llegar a casa. Llegamos a nuestro humilde hogar construido a mis esfuerzos. Dejo las llaves en la mesa. Ella, detrás de mi, cierra de un portazo seco a la par de agresivo. Me coge por el cuello  y  se abalanza sobre mí para golpearme. Con cada golpe apenas puedo observarla. Va directamente a mi nariz y la zona de los ojos. Entonces es cuando intento retenerla torpemente. Mis gafas están en el suelo. Crujiendo bajo la suela de mis zapatos. Pero ella tiene más fuerza que yo. Es como si su ira le diera superpoderes. “Estabas mirando para otras chicas durante la película”, me repite una y otra vez enfurecida. Siento la sangre gotear por mi nariz llorando mi amor fatal y desgracia. Sé que me quiere sí. Y también yo a ella.

-¿Por qué no la denuncias?

-Al final la culpa sería mía… es tan guapa y parece tan modosita. Imposible. No se lo creerían.

-Escapa corriendo.

-Tenemos dos hijas, no es tan fácil. Decidme que también tenéis problemas de este tipo y no soy un pringado… Mirad, ya estamos cerca del Carmen, ¿a qué altura queréis que os deje?

Hay muchos tipos de amor, amor prohibido y lujurioso.

 

Acerco mi mano a la suya y le acaricio el dedo índice suavemente. No la aparta. Su respiración se entrecorta. La voz de Erin cobra vida “Ataca. Ataca. Ataca. No pierdes nada.”

-¿A qué altura queréis que os deje?- vuelve a repetir aquel taxista atormentado.

Se dispone a contestar y como un reflejo aparto la mano. Me mira y me sonríe. Odio cuando me mira así. Me tiemblan las piernas. Me pone realmente nerviosa. Odio tener sentimientos hacia alguien ¿Por qué ahora? ¿Por qué? Y con más motivo aún… ¿Por qué hacia otra chica?

 

Hay muchos tipos de amor, otros destructivos y de sangre.

 

-¡Hola David!

-¡Bea! ¡Qué rápido habéis llegado!

-Todo sea por despedirme de ti cabrito, esta es April.

-Encantado April.

-¿Estás preparado para tu aventura en Londres?- le suelto a mi amigo, al cual no sabría cuando volvería a ver.

-De aquella manera. Un poco nervioso, pero con ganas de currar ya sabes. Hay mucho de enfermería allá.

No puedo evitar verlo de reojo para reparar si está bien. Después de su confesión acordamos no volver hablar del tema de su trauma infantil. Me pregunto hasta qué punto mi amigo controla sus emociones. Me pregunto hasta que punto soy egoísta en aparecer con la chica que me gusta y no me atrevo a declararme. ¿Cuándo hablaba con el taxista se me estaba insinuando o era tan solo caricias para tranquilizarme ante mi inhóspita desesperación al no poder ayudar a aquel hombre maltratado por su mujer?

Hay muchos tipos de amores, pero al fin y al cabo, todos necesitamos a un buen amigo. Un hombro donde poder apoyarnos.

 

Encontramos un móvil en la cestita del Valenbici. Esas bicicletas públicas que funcionan por la ciudad de Valencia. Lo recogemos. Nos llaman unas chicas desesperadamente. Son alemanas y su español es algo torpe pero se nota que son estudiantes erasmus por su vocabulario tan expresivo y apropiado. Saltan de alegría y emoción al vernos con el móvil en la mano. Se lo entregamos. Nos regalan una tableta de chocolate Milka en muestra de su agradecimiento.

Nos alejamos y al voltearnos, observamos como gritan, saltan y se abrazan absorbidas por una excitación del momento.

Es entonces cuando April me acaricia otra vez la mano, como en el taxi, y me besa. Su beso es cálido. Juguetón. Ardiente de deseo guardado y sin consumirse. Y a la vez, con miedo a ser desaprobado por mis labios. Se lo devuelvo con ansia, le acaricio la cara. Me aparto y sonrío.

“¡Fuck, girl!” me espeta April mientras me aparto de ella para reírme de felicidad.

 

Hay muchos tipos de amores. Pero sólo hay un tiempo presente. Volátil. Que saboreamos como el primer beso. Y recordamos siempre. Hasta volver a caer en sus redes.

 

 

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