Cogió la silla y la lanzó directo al estómago. Agarró a Alba caída ya en el suelo por el cabello.
-Espera un momento.
Se desabrochó el cinturón.
-Vamos nena-dijo el chico jodiéndola.
Cuando él se corrió se quedaron allí quietos, sobre el suelo, esperando que llegase la calma anhelada. El chico que forzó y pegó a Alba con la silla es su novio y se llama Raúl. Este se fue a comer doritos al sofá. Alba lo escuchaba reírse a lo lejos, hipnotizado por la caja tonta.
Se incorporó del suelo y caminó hacia la cocina por inercia.
-Nena, ¿qué cenamos hoy? -berreó aquel perro miserable.
-Lo que quieras, cielo -respondió sumisa, cual perro de caza.
Alba jamás había pronunciado la palabra “no” en los dos años de relación con él. Apoyó todo su voluptuoso cuerpo sobre la barra americana y observó su móvil sobre el suelo con la pantalla desbloqueada y rota.
23:39 Fernando
Hola, qué tal? Podemos hablar?
00:27
Sólo quería una opinión. Cuándo una relación empieza por perder la magia… Cómo se puede recuperar? Qué se hace cuando la mente se inunda de incertidumbre?
00:30
Lo siento si fui inoportuno. Veo que me lees y no me contestas. Gracias, un saludo.
Había borrado el Whatsapp seis meses atrás por “la salud de la pareja”. La paz había cesado al desobedecer al bellaco.
-Nena, ¿qué coño te pasa que no te siento cocinar?- gritó su dueño.
Abrió la nevera. Estaba vacía.
Y la cacería continuaría.